viernes, 27 de julio de 2012
83
Para el final no entendía nada, pero le ganó a la ruda vida con lo que quedaba en la garganta y la salamandra que cargaba.
Dejó grabaciones, cápsulas del tiempo sin enterrar. Tablas de arcilla sin acuñar.
Épicas conquistas del tiempo y espacio. Sopapos a la niebla que se vindican con una petaca enterrada en tierra.
Y ginebra en el higado.
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