sábado, 26 de mayo de 2012

66

El último café era también la última silla en acostarse sobre la mesa.
Taza boca abajo. Patas arriba. El ruido de las persianas al bajar, en simultáneo con el cierre de aquel tipo parado bien cerca del árbol, con las piernas hechas herradura por si salpica.
Buena parte de la noche se agitaba. El diario llegaba.

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