sábado, 13 de marzo de 2010

6

Cavó más rápido, sacando tierra e hiriendose las manos en el esfuerzo hasta golpear con la pala la superficie de madera que buscaba. Levantó la mirada hacia el horizonte que se acercaba a pasos, apuntando con pistolas y vistiendo sombreros. Abrió el ataud, sacó el arma y disparó un trueno ensordecedor. Los hombres que morían no gritaron más fuerte que las balas y todo terminó demasiado pronto.
Una mueca en los labios.
Venganza.
Subió al caballo y no miró atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario